martes, octubre 31, 2006

Personas solitarias / Cuando falla la telefonía

Recuerdo haber visto en un programa del MTV la casa de Moby, lo recuerdo ahora mientras escuchó su tema 18. Recuerdo que mostró una habitación con un tragaluz en todo su techo, desde donde se veían los edificios inmensos que lo rodeaban (en aquella época estaba el WTC), dijo que a veces componía allí. Y este tema 18 me da la impresión que allí lo hizo, lo veo de noche con un órgano electrónico tocando a los únicos testigos a esa hora, a centenares de cuadros iluminados que señalan vida. Los cuartos, oficinas con gentes allí. Personas solitarias, que no sabemos quienes son ni que hacen, son una cara borrosa entre la multitud, pero en la noche forman un universo iluminado, una presencia más certera aun cuando no sepamos que hay en su interior.

Se acabó el tema 18, se acabó este tema ahora sigo con otro.

Es increíble lo que hace la comunicación, debo decir: "Sí, la telefonía nos acerca. Tiene razón la publicidad". Lo he notado en estos días en que el teléfono de la casa de mi Pareja (en rigor, de mis suegros) no funciona. Un desperfecto que tiene a todo el sector afectado, pero lo demás no me importan. Me importa mi Pareja y mi Hijo. El celular no permite una conversación fluida y larga. Larga como aquella que teníamos con mi Pareja por la línea residencial, ese con un buen plan para que saliera casi nada. Ese plan que permitía que habláramos todos los días en conversaciones que contenían de todo (importante e intrascendente) y que nos permitía sentirnos cerca, muy cerca.

Ahora las pequeñas conversaciones que tenemos resultan ser una minúscula dosis para calmar el corazón y a esa voz que dice que pueden estar mal. Una pequeña dosis que permite equilibrar el balance del estado anímico. Que saca una sonrisa (y no la carcajada).

Una sonrisa: Ellos están bien.

Una brevedad que me obliga a ser lo más convincente que pueda al decir "Que los amo y los extraño".

Es cierto, tengo una simbiosis con ellos y la falta de comunicación deja al descubierto sus ausencias y lejanía. Por breves segundos trató de capturar todas las palabras, la voz, sus entonaciones para dejarlas en mi corazón, como combustible que me ayude a seguir.

¡Vamos, Telefonica! ¿Acaso no saben lo que provocan?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mi queridisimo víctor, sé exactamente lo que sientes, se lo que es guardar en la memoria hasta la mas minima entonación de voz, intentar imaginar que está haciendo el otro a cada momento, intentar decir todo, TODO en cada segundo, sospiro...

Anónimo dijo...

Te comprendo no sabes cuanto, cada día que pasaba sentía más su ausencia y se me hacía más difícil soportar la distancia. Trataba de averiguar en esos escasos minutos con esas odiosas interferencias si estaba bien, si estaba triste, melancólico o agobiado. Pero en esto nunca es suficiente y en muchas oportunidades me descubrí hablando imaginariamente con él, sólo para tratar de sentirlo aunque sea un poquito más cerca.