jueves, julio 16, 2009

Rutinas y un paseo dominical

Rutinas

"Soy yo y mis circuntacias" ¿Y esas circunstancias son rutinas? ¿Necesitamos de rutinas para armar nuestro universo? Me pregunto en una salida que hice ayer con mi hijo, ya que él me pidió que hicieramos el recorrido que hacemos normalmente y yo no podía porque dbía irme a trabajar. El me entendió y solo hizo un gesto de molestia.
El paseo ya lo hemos hecho desde hace como un año e hice una entrada en mi Blog Off Line en aquella ocasión. Transcribo lo que pasó:

Una salida dominical

Mi hijo me pidió salir a la calle en esa tarde bucólica de domingo, de un cielo limpio y con un sol distante. Los sonidos a lo lejos nos llegaban con letargo, y él debe haber sido atraído por los gritos de los niños jugando.
Al salir me convenció de ir a la escalera, dicho en grande y elástico: "EES-CA-LE-ERAA". Entendí que su deseo era instaurar una rutina con un pequeño paseo que hicimos semanas atrás, quería rodear el cerro subiendo los muchos tramos de escaleras que hay (desde escaleras con adoquines hasta de cemento con coloridas barreras de hierro.
Fuimos. A ratos retrocedimos y avanzamos por estar insertos en el juego e mi hijo que desarrollaba escalón por escalón: El del "Cohete", "Winnie y Tigger". Él era el dinámico tigre y yo el somnoliento Winnie que debía hablarle imitando la voz de aquel oso.
Al terminar las escaleras, prácticamente, quedamos frente a un Almacén de donde me pidió le comprara jugo y chocolates (otro segmento de la rutina).
Regresamos por otro lado donde la larga escalinata le cansó de solo verla y me pidió los brazos. Íbamos en la mitad cuando vimos a una señora gorda e hinchada (tal vez por un problema renal o de diabetes, pensé), que caminaba a pasos cortos sujetándose en el cable tensor de un poste de luz. Ella nos dice algo que en principió asocié a un reclamo y luego comprendo que se dirige a mi hijo a quien le dice:
-Me viniste a ver, Naro. Viniste -su voz era parte de un quejido y sus ojos pequeños los vi triste. Mi hijo me pregunta que pasa cuando ella agrega...
-No es... ¿No? -su quejido es mayor.
...¿qué responderle a mi hijo?
-Esperaba a otra persona -le digo y la vida de la mujer la imagino en unas cuantas imágenes, viendo sus días solitarios. La veo en su sal a de estar quedándose dormida en un sillón frente al televisor encendido. Las paredes llenas de fotografías, cuadros y láminas de santos. Fotos en blanco y negro y otras a color de algún paseo lejano en el tiempo; cuadro de casitas solitarias en medio del bosque; la lámina de San Expedito rodeada de pequeñas imágenes del Padre Hurtado y San Sebastian.
-Esperaba a otro niño -le digo a mi hijo-. Saludala, dile "Hola, señora".
-¡Hola, señora! -dice mi hijo moviendo la mano.
-¡Oh! Hola -dice ella. Una sonrisa se aparece en su rostro adolorido. Y cambia al instante cando un perro de una casa vecina comienza a ladrar. Ella se vuelve al perro y le grita y yo sigo bajando con mi hijo para llegar a auna casa opuesta a la que imagino de ella. Dónde olvidaré la tristesa de su rostro y la soledad que le acompañaba, a la espera de visitas de que no llegan. Pero no lo olvido.-

1 comentario:

X dijo...

Wow con la señora...