miércoles, octubre 27, 2021

Zumbidos - Capítulo 2 - Parte 3

 Pedro


Golpeaban la puerta otra vez.

Al abrir los ojos entró la luz junto al dolor que atravesó cada nervio detrás de sus ojos hasta que chocó en la pared interna de su cráneo, rebotó y se esparció. A cada rebote una oleada de dolor.  Y a cada golpe de la puerta las partículas de luz se sacudían y continuaban rebotando dentro de su cabeza. O por lo menos eso era lo que le parecía. Se puso en pie y tambaleando fue a abrir la puerta.

—¡Ya voy, ya voy! —gritó. Se buscó el reloj, no lo llevaba en la muñeca, sintió algo pegajoso en ellas y en los nudillos.  Pasó cerca del televisor apagado en ese momento, quiso encenderlo y volvieron a aporrear la puerta.

Con el picaporte en la mano tuvo la imagen de hacerlo en otra oportunidad. Se le presentó una imagen fría de la cual hasta podía respirar el hielo, una imagen de él abriendo la puerta y no estaba claro que ocurría después, ¿Estaba su vecino en esa imagen? La cara de la persona tras el hielo se veía borrosa, deformada.

Los amigos de verde, se alcanzó a decir al ver a la pareja de carabineros que estaban frente a él.  La luz detrás del pasillo se transformó en un centenar de golpes en su cabeza. 

—Necesitamos que nos acompañe.

Antes de salir se miró por si tenía puesto el pijama completo y vio que ni siquiera se había sacado la ropa.  Vió que tenía unas manchas escarlatas oscuras frescas sobre la polera. Sintió un vahído. Otra imagen deformada, esta vez de él infringiendo golpes.

—¿Pedro, se siente bien? —le preguntó uno de los carabineros.

Debe haber asentido, ya que lo tomaron de los codos y lo llevaron hasta el departamento de su vecino.  En la puerta había otro par de carabineros y adentro vio a unos enfermeros con mascarillas puestas cerca de un sillón.  Había ruido saliendo de una pieza, de un televisor encendido en bajo volumen. Escuchar ese sonido le dio alivio, las partículas de luz dejaron de chocar dentro de su cráneo.  Sus confusas ideas desaparecieron a medida que entraba en la sala del vecino. Había una idea más clara, sentía que ya sabía lo que tenía que hacer, solo que esa gente allí le molestaba.

Entraba luz del ventanal iluminando perfectamente la sala.  En el sillón estaba su vecino observándolo con un único ojo.  El otro lo tenía vendado. Los enfermeros guardaban sus cosas en sus maletas, le pareció mal que le dieran cuidados a un extranjero. 

Los carabineros que aún sujetaban a Pedro sintieron que este trataba de soltarse con pequeños movimientos. A ninguno de los dos le llamó la atención aquello, imaginaban que se pondría a la defensiva considerando el estado en el que había dejado a su vecino: una oreja rota, la nariz sangrante, el ojo amoratado y marcas de zapatos en el pecho (que ya sabían sería como los bototos que llevaba puestos). Cubierto con vendajes estaba ahora su vecino, pero la destrucción en el living seguía igual.  Adornos y cuadros de fotos que debían estar sobre la mesita del living estaban en el suelo, rotos.  

Su vecino había despertado herido, pudo moverse arrastrándose hasta encontrar su teléfono, un camino de gotas de sangre se perdía tras el sillón como prueba de aquello.  Llamó a carabineros y a la ambulancia.

Llegaron dos patrullas de la policía. La segunda llegó acompañando a la ambulancia por petición de clínicas y servicios de ambulancias ante los incidentes de violencia en la que se vieron agredidos parte del personal en la madrugada desde que empezaron los llamados por las peleas que siempre dejaban a alguien mal herido.  Esas peleas tenían sorprendidos a todos. Los carabineros que acompañaban a la ambulancia le mostraron el termo que tenían en su patrulla y sus colegas les dijeron que se tomaran el café tranquilos, que después podían subir, que ellos harían el procedimiento.

—Rara la mañana… Hay peleas en todos lados, ¿no? —habló un paramédico.

—Este es nuestro primer llamado, pero tenemos compañeros que nos han avisado de muchas otras.  Tal vez acá no sea nada —. Fue la respuesta del carabinero mirando a su compañera, buscando una afirmación.

No pensaban al llegar que se encontrarían con una persona golpeada de la manera en que sus compañeros habían estado contando que ocurría en algunas zonas de la ciudad, no era una simple pelea de una persona contra otra; era una pelea de una persona con un animal salvaje.

Mientras apretaban los codos de Pedro empezaron a sentir que éste estaba temblando, pero era más preciso decir que vibraba. Vieron que en su frente asomaron perlas de sudor y que tenía un tono enfermizo color verde en su piel.  Se habían percatado al sacarlo de su departamento que tenía una herida en su mano derecha, con unas manchas negruzcas de sangre coagulada, pero ahora notaron que en sus manos también tenía ese tono verde de una persona muerta.

Los enfermeros tenían la mirada fija en Pedro y ellos vieron como en su boca se formó una sonrisa distorsionada.  Además, hacía un leve movimiento de cabeza que parecía seguir el ritmo de lo que hablaban en el televisor encendido.

—¡Hey! ¡¿Le pasa algo?! —gritó un paramédico. Le parecía ver en el joven que habían ingresado otro caso de los que habían comentado sus compañeros.  Por el tono de piel, la mirada animal, el temblor.  Su colega sacó el teléfono para tomarle una foto.  El paciente en el sillón hizo con dificultad un sonido con su garganta y se llevó el brazo libre a la altura de los ojos.  Quiere evitar un fogonazo de luz, pensó el carabinero junto a Pedro.

—¡Pero qué mierda sucede! —exclamó la oficial. Sin soltar el codo ni dejar de mirar a Pedro retrocedió un paso, llevó su mano a la luma. Su compañero vio de reojo lo que ella estaba haciendo, sin saber por qué lo hacía. 

Lo sabría a las cuatro horas después, cuando despertara en el hospital.

El enfermero había comenzado a grabar cuando vio a la oficial con la luma en la mano.  Vio la cara de su compañero sin entender nada cuando Pedro se giró sobre sus talones y lo tomó de los hombros. En cámara lenta, horas después, vería la sorpresa en su rostro cuando fue arrojado a la pared.  Luego vino el sonido horrible.   

El enfermero durante el día vería varias veces el video, al mostrárselo a sus colegas y compartirlo en las redes, y seguiría sorprendiéndose del sonido, pero sintiéndose mal por haberse reído en el momento que ocurrió por pensar que era el sonido que decía que estaba hueca la cabeza del oficial. No era el único sonido, también la pared falsa sonó en ese momento.  Un sonido de astillas rompiéndose.  Pudo haber terminado muy mal para todos en ese momento.  La pose de Pedro vuelto un salvaje luego de esa maniobra parecía indicar que buscaba a su siguiente víctima. En el video se veía que los miraba con odio a ellos, los enfermeros y que se detenía un instante observando a su vecino herido.

La oficial no se había detenido, le daba lumazos en la espalda a Pedro y éste no se inmutaba. Luego le dio golpes a las sienes y los oídos de Pedro. Eso lo derrumbó y ella puso una rodilla en su espalda y volvió a golpearlo en la cabeza.

El otro paramédico fue donde el oficial caído, en ese momento entraban los otros oficiales quienes fueron donde la oficial a detenerla, para que dejara de golpear a Pedrp.  El enfermero que grababa le parecía tan irreal todo que creía ver una película en su celular en vez de aceptar que ocurría a pasos de él. Detuvo la grabación para ir a ayudar a su colega cuando este lo llamó (quizá por octava vez), teniendo que bajarse la mascarilla para gritarle.

El vecino de Pedro les dijo que había tenido un accidente y que lo disculparan porque iba al baño.  Nadie le prestó atención como tampoco nadie miraba a Pedro. Estaba inconsciente.  Las manchas de sangre de su oreja y sien rota ocultaban su rostro verdoso.

Fue después de vendar y darle una atención al oficial inconsciente que se preguntaron qué hacer con Pedro. Los carabineros que acompañaban a la ambulancia trataban de contactarse con la comisaría.  El enfermero que había estado grabando dijo que unos colegas estaban llevando a los violentos con las mismas características de Pedro al Recinto Psiquiátrico De Emesa.

Decidieron hacer dos viajes con la camilla. Uno para bajar a Pedro a un coche patrulla en el que lo llevarían al psiquiátrico y luego volvieron por el carabinero herido al que llevaron al hospital de su institución.  

Del vecino de Pedro nadie más se acordó.


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[Capítulo anterior: Marcia]
[El capítulo 2 sigue con: Raúl...]

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