viernes, abril 03, 2020

Día 8 de Cuarentena Total

No son días fáciles y se adivina que los que vienen tampoco. Hay un equilibrio entre la realidad y la esperanza que lo único que hace es volver pesados los días.  Hoy fue un día caluroso en Santiago pero sabemos que en todo el mundo hay nubarrones oscuros de incertidumbre sobrevolandolo.

Mantener el equilibrio se torna difícil para todos cuando todo nuestro ambiente se ve alterado, no es normal.  Sin embargo, la salud psicológica de los habitantes en este país ni siquiera es considerada como prioridad en la salud pública, es deficiente cuando hay una carga de estrés para muchas personas,  se puedan o no quedar en casa, tengan hijos o no que cuidar o educar; hay un cambio de la rutina que nos pilló desprevenidos y por ello ese ajuste con este escenario terrible que nos llega por noticias o informaciones en las rrss más nos desestabilizan.  En estos días la carga de las personas que ya sufrían puede verse intensificada, personas sin trastornos pueden verse afectadas por el cambio de rutina, de la forma de trabajo (o por la falta del mismo).


Yo noto el encierro, me pesan las informaciones que me llegan.  Ya se me ha alterado el sueño y soy, era, de los que se quedaba dormido y pasaba hasta el otro día.  Ahora duermo a ratos, estoy intranquilo. Eso me deja al otro día con dolor de cabeza o que la luz me molesta más de lo normal.  Unos días atrás vi un video de lo que está pasando en Ecuador, sin protocolos de salud o insuficientes en momentos de crisis.  Contenido fuerte y desesperanzador, no recomendable para todos y uno que vi me golpeó fuerte.


Hay personas que ya venían con alguna alteración de salud física o sicológica que el encierro obligatorio o autoimpuesto puede afectarles.  Necesitan continuar su farmacoterapia o tratamiento sin interrupción.  Esperar que no sean dejados de lado para ocupar todos los recursos en controlar la pandemia.


En esta (a)normalidad también nos llegó una noticia atroz de un suceso ocurrido en un sector cerca de dónde vivíamos en Valparaíso, un carpintero que conocían de tiempo en el barrio habría resultado ser un criminal que secuestró, violó y torturó a una mujer en su local.  Eso hace trizas toda normalidad, lo peor es que en ese caso tampoco existía normalidad, se cuenta que algo ya se sabía del sujeto.  Como si fuera una película había un criminal en el barrio oculto en la (a)normalidad rutinaria de los días, rutina que también está desapareciendo.


Son días en que psicópatas, sociópatas y malos gobernantes (o algunas, o todas las anteriores) trataran de sacar provecho insanamente.

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