miércoles, mayo 20, 2020

Día 55 de Cuarentena Total.

Todo el optimismo que obtuve al salir a comprar y ver que había poca gente circulando en las calles, los locales no estaban llenos y prácticamente era entrar para ser atendido, una salida que percibí rápida en la que además me encontré con el clima frío que se extrañaba luego de pasar días calurosos en el encierro. Hasta algunas gotas de lluvia me cayeron encima. En fin, todo ese optimismo se fue de una vez cuando me contaron, al volver al departamento, las cifras informadas en el día de hoy 4.000 mil nuevos contagiados y 35 fallecidos, en el conteo oficial que fue dado mientras estaba afuera. Y también, el saber cómo está la descordinación del gobierno con lo que dice y con lo que hace.

Se hacen pesados los días. En parte escribir ayuda, porque se trata de ordenar esas ideas y cosas que deambulan en nuestra cabeza, que en estos días son muy oscuras y que si no las saco pasaría peores noches. Eso lo tengo claro.


Leer también puede ayudar. Lo malo en mi caso es que tengo 3 libros de terror iniciados y creo que en vez de tomar otro, de otra temática, debería terminar uno de ellos. Pensando que, según el molde clásico, él/la protagonista se salva, y que eso me haría sentir bien. Pero si no estoy concentrado la lectura se hace lenta y pesada.


Podría escribir otro tipo de cosas, como la historia policial que tengo organizada e iniciada o el cuento de zombies para mi hijo que tengo en pausa hace rato, sin embargo me siento aturdido, choqueado y llego a lo mismo, no me concentro para poder retomar una historia meses iniciada y tratar de llevarla a donde mis apuntes me señalan que debo llegar.


Queda ver series o televisión. Si estoy solo viendo alguna, tiendo a pausar e irme a mirar las rrss para saber que pasa… una mala acción. Es bastante notorio que deberé buscar una manera para distraerme estos días, los números y situaciones relacionadas al Covid-19, no nos darán respiro ni tranquilidad. Deberemos tratar de fabricar un espacio, un lugar seguro, al que recurrir para tratar de mantener la calma, de distraernos para pensar de otra manera esta realidad, que vaya que se necesita(rá) hacerlo.


Por mientras sigamos manteniendo los cuidados para no contagiarnos ni contagiar a otros.

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