Salí a comprar. Mucho local cerrado y, aún así, mucha gente en las calles; en parte, puede ser que deambulé en la zona que conecta a dos comunas, cerca de bocas de líneas de metro y, también, porque está zona tiene oficinas de varias instituciones donde la gente debe realizar trámites luego de pasar por filas largas. Una cosa que se demostró de las instituciones privadas y públicas del país con la pandemia, es su desconexión con el momento, tuvieron una habilidad para exigir trámites presenciales, como si fuera seguro salir.
Después de lo anterior, debo decir que eso no significó problemas hoy. Las personas esperaban afuera del local mientras estabas adentro comprando y no se te acercaba o se movía para tratar de tomar la distancia social recomendada. Vi a los queridos señores carabineros controlando, pidiendo los permisos.
Fue un día helado y otra vez me sorprendió la presencia del otoño con las hojas amarillentas en el suelo, le tomé fotos a un árbol y se las mostré al hijo que ya está echando de menos salir, me dijo que era bonito ver algo de afuera.
Volví agotado a pesar de que las compras fueron en lugares cercanos (comercio, farmacia), me enteré de los números altos informados hoy y mejor descanse para luego limpiar con el hijo los productos adquiridos con un pañito con cloro en los que se pudiera. Hay que tomar precauciones, sobre todo cuando estamos viviendo en la zona con más contagios.
A seguir cuidándonos.
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